«The Upper Room: a Drama of Christ’s Passion» (1914)

I have been asked information about «The Upper Room», a play published posthumously. I have to confess that I haven’t read because I have not been able to find it. All I can say is what Martindale wrote in volumen II of Benson’s biography.

«The Upper Room appeared posthumously in November 1914; its introduction is reminiscent, by Cardinal Bourne; and its preface had to indicate, as was best possible, the author’s intentions for his play. It was to be partly symbolical, the preface urges : not realistic. Hence the Supper-table will suggest (though not imitate) an altar, with its cloth and candles ; Peter will carry keys, and Mary will put the Grail into the Arimathean’s hands. Benson will emphasize the symbolic value even of persons when he can; he boldly accepts the translation, » and HE was Night,» for the et erat Nox of the Vulgate, when Judas leaves the supper-room.» (» And Night he was who ran.»)
The action passes altogether in the Upper Room, over the parapet of whose balcony torches, spear-heads, or the three crosses are observed to pass (as the third cross passes it is seen to reel and disappear, for its bearer fails). Beyond, at the back, an idealised hill of Calvary is seen, black against the starlight, or dawn, or the streaked sky of Good Friday, for the action extends from the departure to Gethsemane to the return from the entombment. It is divided into three scenes, of which the second is a kind of tableau ; above the stripped table, where the candles are extinguished. Calvary is seen with vividly black crosses, very far away, and the Reproaches are sung. All the liturgical Passion music is introduced in some part or other of the play.

Naturally the whole piece is charged with a high emotion, and its literary aspect does not, and is not intended to, force itself upon one. The ungracious instinct of criticism suggests to a reader at any rate that very unequal reminiscences of a mediaeval style, and some disconcerting echoes of Tennysonian rhythm and even diction (as, for instance, of the Idylls of the King), somewhat mar the sternly ecclesiastical manner which should, I fancy, be that of this play. That Mary should here be called » a very Queen of men for gallantry» seems wholly out of place, and in the earlier part of the first scene there are too many phrases of a sort of facile lusciousness : » The air turned faint with incense,» a line written in connection with the Last Supper, jars terribly in a story for which the reticence of the Gospel record has for ever set an irreformable example. But it is for acting, not reading, that this play was swiftly written ; and it seems the graver pity that on one occasion at least its performance was, at the last moment, vetoed by authority, on account of the presence on the stage of Mary, who speaks, after all, only a few lines of epilogue. As the years went by, however, the desire to write a play which should be a London success grew till it amounted very nearly to a passion. He made acquaintances wherever he could with authors or actors, in order to learn stage technique; he would sit, in an armchair placed for him in the wings, and watch rehearsals ; he would go, whenever this became for him legitimate, to see the plays themselves—in Scotland, for instance, and constantly in America. He displayed, however, great annoyance when a rumour was spread to the effect that Father Benson had declared that priests ought to go to theatres whenever they legitimately could. («Curiously, I cannot find one example of his going, after he became a priest, to hear an opera, despite his keen love of music.”·)He was delighted, on the other hand, with Mr. George Mozart’s opinion that priests would find no better or more willing Catholics than among members of the theatrical profession, if only they would display the «sporting spirit» of Father Benson, and go round and meet them at the stage door.»
C.C. Martindale, Life of monsignor Robert Hugh Benson, vol. II (Longmans, Green & Co., London 1916), pg. 326-328.

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A Mirror of Shalott

Un primer encuentro con los relatos cortos de Benson impacta; sobre todo los de A Mirror of Shalott. El planteamiento de esta colección de historias es la siguiente. Un grupo de sacerdotes de diferentes nacionalidades se encuentran en Roma. Después de sus actividades diarias disponen de un período de tiempo libre entre la cena y las oraciones de la noche. Para pasar ese rato, y a raíz de una discusión sobre los milagros, deciden que cada noche uno de ellos contará una historia. Deberá cumplir dos condiciones: que se narren hechos sobrenaturales y que hayan sido vividos en primera persona.

En una primera instancia, dado este planteamiento, cabría esperar que un sacerdote católico, como Benson, hiciera hablar a sus personajes, tan clérigos como él, de modo aleccionador sobre milagros de santos u otras delicadezas piadosas, cual si desde el púlpito predicaran. Podría imaginarse uno, a mucho exagerar, que hablaran de algún exorcismo.
Pero el tono de la obra no se alinea en absoluto con este talante. En ella se habla de fantasmas, de presencias malignas, o incluso ausencias insoportables, de barcos fantasma… La riqueza de las historias es verdaderamente sorprendente, y algunas de ellas llegan a producir un auténtico escalofrío. No en vano, las historias de A Mirror of Shalott aparecen en numerosas colecciones de relatos fantásticos o de terror junto a los de Poe o Lovecraft, entre otros. Y es que este libro puede ser considerado un clásico del género de terror.

Para llegar a la intención de esta obra, conviene detenerse un segundo en el título. Debe su nombre a un poema escrito por Alfred Tennyson, presumiblemente en 1842, titulado The Lady of Shalott. La dama protagonista del mismo vivía sola en un castillo en la isla de Shalott. Tenía prohibido mirar el mundo directamente, más allá de los muros, pero lo contemplaba a través de un espejo. A Mirror of Shalott, literalmente un Espejo de Shalott, pretende ser un lugar en el que el lector puede fijar los ojos, para ver ese mundo exterior que está más allá de los muros de la materialidad, es decir, de la percepción sensible. El objetivo del libro, por tanto, queda patente: mostrar el mundo espiritual. Uno por uno los miembros de este peculiar simposio de historias sobrenaturales o de terror van relatando sus experiencias.

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¿El núcleo del pensamiento de R.H.Benson en breve?

Después de defender la tesis, ¿cómo resumiría en pocas palabras el pensamiento de Robert Hugh Benson?

Podríamos situarnos en dos puntos de vista diferentes: «desde abajo», desde los hechos más evidentes, hasta aquellas realidades menos accesibles a través de nuestros sentidos o “desde arriba”, desde una visión de fe.

El sentido ascendente es el que se plantea como índice de la tesis. Los fríos hechos se nos imponen a los sentidos, pero hay algunas situaciones en las que los sentidos no bastan para interpretar los hechos. Esto ocurre, por ejemplo, en Lourdes. En esta ciudad pirenaica francesa se producen de vez en cuando curaciones que no se pueden explicar. Existe allí mismo una oficina médica que se dedica a constatar dos cosas: 1) si las personas que se dicen curadas, realmente han sido sanadas y 2) si esta curación se ha producido de forma que la ciencia pueda explicar. Desde 1858 se han registrado unos 7000 casos de curaciones sin explicación, al menos hasta el momento actual de los conocimientos científicos.

Lourdes, con su oficina de constataciones, invita a interpretar hechos del mundo material a través de algún otro tipo de explicación fuera de la materialidad de lo científico. Benson plantea una disyuntiva: o se interpreta que la ciencia un día podrá explicarlo todo o hay un mundo espiritual que a veces actúa sobre el material, hasta el punto de provocar curaciones. El primer caso es considerado como una especie de actitud prometeica que, prácticamente otorga poderes divinos a la razón. Esta actitud quiere negar lo evidente, porque no corresponde con la demarcación de la observación científica. En cambio, estos casos inexplicados de Lourdes deberían conducir irremediablemente, según Benson, a una interpretación sobrenatural.

Abierta esa posibilidad, surge la necesidad de preguntarse si lo espiritual también interacciona con lo material en otras circunstancias o incluso continuamente, a pesar de que no lo percibamos.

Si nos acercamos a su obra “desde arriba” se ve claramente que el centro de su pensamiento es Cristo, Dios y hombre. Y del mismo hecho de la Encarnación de Cristo surge inevitablemente el sistema sacramental de la Iglesia. En este sistema cada signo material tiene un significado espiritual. En el caso del Bautismo, por ejemplo, verter agua sobre la cabeza de un niño pronunciando la fórmula adecuada y con las condiciones establecidas, significa el perdón del pecado original, la inclusión en la Iglesia, etc. Este modelo sacramental no es un hecho aislado, sino que el mundo debe ser interpretado según él. La naturaleza, por tanto, tiene un carácter sacramental, porque de alguna manera se muestra lo sobrenatural en él, aunque a un nivel diferente a los sacramentos.

Evidentemente esto no es más que una abstracción, lo que he podido extraer después de años leyendo al autor. Lo más increíble de Benson se encuentra en la letra y alma de sus libros.

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Francisco vuelve a hacer referencia a «Señor del Mundo»

Hace poco el Papa Francisco volvió a hacer referencia a Señor del mundo. Incluso invitó a los periodistas presentes a leer la novela. Lo hizo en el avión volviendo de Las Filipinas (haz click aquí para ver la noticia). Y se refería a la «colonización ideológica», o la pretensión de que todos lleguemos a un tipo de pensamiento ideológico único.

Benson plantea en su libro una sociedad ciertamente con un pensamiento único en el que los que disienten son perseguidos. Al principio lo hacen de forma aséptica y disimulada. Cuando esta ideología llega a la hegemonía mundial, la perseguidores ya no necesitan esconder sus intenciones y se producen condenas a cadena perpetua, linchamientos, ejecuciones y bombardeos.

Ver: The Lord of the World, Robert Hugh Benson y el mundo actual, Reseña de Lord of the World, El papa Francisco habla de Lord of the World.

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SOBRESALIENTE «CUM LAUDE»

Alrededor de las 12:00 del día de hoy comenzó la defensa de mi tesis doctoral sobre Robert Hugh Benson. Comenzó mi discurso entre nervios y algún gazapo que se me escapó y del que fui completamente inconsciente.

Expliqué, en primer lugar, brevísimamente algunos momentos de la vida de Benson. Luego tracé a grandes rasgos en qué consistió la investigación. Básicamente he intentado establecer un marco teórico filosófico a esas ideas de Benson que se encuentran tan dispersas, para darles una unidad.  Y finalmente recalqué algunos aspectos concretos que me han parecido especialmente interesante. Sin embargo,  sentía que me había dejado en el tintero lo más importante: la vida que se esconde detrás de la letra, la encarnación de sus ideas en las novelas.

Hubo alguna crítica, como corresponde al trabajo de un tribunal de doctorado, pero sobre todo elogios. Fue emocionante ver cómo los miembros del tribunal valoraban mi trabajo y me emocionó, sobre todo porque veían que mi propósito de dar unidad en la dispersión se había cumplido.

Luego me preguntaron por el motivo del olvido de Benson en el mundo literario después de su muerte. También me insistieron en que podía seguir el estudio contextualizando al autor dentro del mundo de las utopías literarias. Me sacaron el tema de Frederick Rolfe (¡Qué se le va a hacer!). Y algunas cuestiones más técnicas y concretas de la investigación. En fin, al parecer mis respuestas les satisficieron a juzgar por la nota.

SOBRESALIENTE «CUM LAUDE»

¡Gracias a Dios!

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POR FIN, LA DEFENSA DE LA TESIS

Después de tanto tiempo, por fin, el próximo 29 de enero de 2015, defenderé la tesis que ha ido tomando forma durante tantos años de estudio y de sufrimiento. Robert Hugh Benson me ha absorbido durante un período grande mi vida y casi he llegado a conocer su mente como quien conoce la de un amigo. Solo lamento no haberlo conocido en vida. Me hubiera gustado oírle hablar, verle moviéndose y trabajando en su casa de Hare Street. Hubiera preferido llevarle las conclusiones de mi tesis, poder entrevistarle y que asintiera, inclinando la cabeza, y me confirmara que mis hipótesis son ciertas.

Esta tesis no solo habla de literatura, de una literatura que adolece de ser «católica». El jueves explicaré que la obra de Benson es radical y absolutamente católica, el reflejo de un mundo marcado por la presencia de lo sobrenatural en el mundo material. El centro del mundo para Benson es Cristo. De él emana el sistema sacramental de la Iglesia. Los siete sacramentos necesitan de la materia para que la Gracia divina se derrame sobre los humanos que habitan la Tierra.

Este es el modelo de funcionamiento del universo: la naturaleza es sacramental, porque lo material es un velo que oculta el espíritu.

Por ello es tan extravagante. No puede dejar de lado cualquier tipo de manifestación espiritual que se muestre como evidente, porque demuestran que el espíritu está presente. No importa que hable de posesiones diabólicas, de espiritismo o de barcos fantasma. Estos son solo ejemplos de algo que ocurre cada día sin que nos enteremos. Lo veamos o no, según Benson, el mundo está cargado de fuerzas. Hay un terrible silencio que rodea el mundo de los sentidos.

Debo dar gracias a Hugh Benson. Esta tesis me ha permitido entrar en su forma de pensar el mundo y eso me ha hecho comprender el mundo un poco mejor. El jueves me convertiré en su abogado defensor.

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100 años de la muerte de Robert Hugh Benson

Hoy, 19 de octubre de 2014, se cumplen 100 años del fallecimiento de Robert Hugh Benson. Hugh se exprimió al máximo durante los 11 años que siguieron a su conversión al catolicismo. Como consecuencia de su frenética actividad, su salud se fue deteriorando y su cuerpo agotando. Un año antes de su muerte escribió que debía bajar el ritmo de trabajo y distribuir mejor el tiempo, porque sentía que estaba al límite de sus fuerzas. Y es que no sabía trabajar de otra manera. No obstante, mantuvo ese ritmo hasta el momento mismo de su muerte, cuando su forzado motor se rompió definitivamente.

Hugh Benson murió en la casa del obispo de Salford, a cuya catedral había ido a predicar una serie de sermones, a los cuarenta y dos años y 11 meses, una edad en la que muchos hombres alcanzan la madurez de sus capacidades, gastado por su propia incansable e indomable energía. Sus años de converso significaron un modo de vida muy diferente respecto al Hugh infantil. La pasión y la intensidad atravesaron cada una de las actividades de su vida, y esto no pasaba desapercibido a ninguno de los que entraban en contacto con él.

Así explica su hermano Arthur, el momento en el que abandonó este mundo.

I saw Hugh sitting up in bed ; they had put a chair beside him, covered with cushions, for him to lean against. He was pale and breathing very fast, with the nurse sponging his brow. Canon Sharrock was standing at the foot of the bed, with his stole on, reading the last prayers from a little book. When I entered, Hugh fixed his eyes on me with a strange smile, with something triumphant in it, and said in a clear, natural voice, » Arthur, this is the end ! » I knelt down near the bed. He looked at me, and I knew somehow that we understood each other well, that he wanted no word or demonstration, but was just glad I was with him. The prayers began again. Hugh crossed himself faintly once or twice, made a response or two. Then he said : » I beg your pardon—one moment—my love to them all.»

The big room was brightly lit; something on the hearth boiled over, and the nurse went across the room. Hugh said to me: » You will make certain I am dead, won’t you ? » I said «Yes,» and then the prayers went on. Suddenly he said to the nurse : » Nurse, is it any good my resisting death—making any effort ? » The nurse said : » No, Monsignor ; just be as quiet as you can.» He closed his eyes at this, and his breath came quicker. Presently he opened his eyes again and looked at me, and said in a low voice : » Arthur, don’t look at me! Nurse, stand between my brother and me!» He moved his hand to indicate where she should stand. I knew well what was in his mind; we had talked not long before of the shock of certain sights, and how a dreadful experience could pierce through the reason and wound the inner spirit; and I knew that he wished to spare me the pain of seeing him die. Once or twice he drew up his hands as though trying to draw breath, and sighed a little; but there was no struggle or apparent pain. He spoke once more and said: «I commit my soul to God, to Mary, and to Joseph.» The nurse had her hand upon his pulse, and presently laid his hand down, saying : » It is all over.» He looked very pale and boyish then, with wide open eyes and parted lips. I kissed his hand, which was warm and firm, and went out with Canon Sharrock, who said to me : «It was wonderful! I have seen many people die, but no one ever so easily and quickly.»

It was wonderful indeed! It seemed to me then, in that moment, strange rather than sad. He had been himself to the very end, no diminution of vigour, no yielding, no humiliation, with all his old courtesy and thoughtfulness and collectedness, and at the same time, I felt, with a real adventurousness —that is the only word I can use. I recognised that we were only the spectators, and •that he was in command of the scene. He had made haste to die, and he had gone, as he was always used to do, straight from one finished task to another that waited for him. It was not like an end ; it was as though he had turned a corner, and was passing on, out of sight but still unquestionably there. It seemed to me like the death of a soldier or a knight, in its calmness of courage, its splendid facing of the last extremity, its magnificent determination to experience, open-eyed and vigilant, the dark crossing.

A.C. Benson, Memoirs of a Brother

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Orbe Católico. Reseña de «Alba triunfante»

El profesor Tepedino ha publicado en su blog una reseña de Alba triunfante. Creo sinceramente que vale mucho la pena leerla.

http://bibliothecahorarum.blogspot.com.es/2014_02_01_archive.html

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Recensión sobre «Señor del mundo»

Después de que el Papa Francisco citara «Señor del mundo», son muchos los que se han agenciado de una copia de esta novela y han recorrido sus páginas, algunos movidos por la curiosidad y otros interesados por el tema desarrollado por el Pontífice. Uno de ellos ha sido el profesor Nelson Tepedino de la Universidad Simón Bolívar de Caracas. Además, ha escrito una recensión que recomiendo.

http://bibliothecahorarum.blogspot.com.es/2014/01/una-distopia-catolica.html

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El Ser del Milenio de Barcelona y «Señor del mundo»

Sinceramente no sé cuál sería el propósito de la puesta en escena de la Fura del Baus, ayer, 31 de diciembre, para despedir el 2013 y dar la bienvenida al 2014. Quizá simplemente pretendían innovar o, lo que está de moda en el panorama teatral, transgredir de alguna manera.

Un armazón de hierro con forma humana de 15 metros de altura descendió en medio del escenario admirable de la fuente mágica y el Palau de Montjuïc. Comenzaron a subir a este cuerpo metálico miembros de la colla de Castellers de Sants y fueron poblando su cavernoso interior, al estilo del caballo de Troya de Virgilio.

Brazos, tronco y extremidades se llenaron de personas que se amarraban bien al armazón. También ascendieron unos personajes vestidos con monos rojos que destacaban de la vestimenta clara de los castellers. Llegaron hasta la altura del pecho y, ante mi sorpresa y agrado, se colocaron en el lado izquierdo, se agruparon y comenzaron a moverse acompasadamente en un estudiado ritmo para simular los latidos del corazón. La cabeza se rellenó al final, con encapuchados de blanco, también miembros de Castellers de Sants. Quizá se tratara de un homenaje a la razón humana.

Le llamaban el Ser del Milenio. Al parecer no querían referirse a él como hombre ni mujer, se trataba de un ejemplar esquemático y asexuado de la especie humana. Un ser y, además, del milenio, como indicando, al inicio del que corre, una especie de promesa de futuro.

Pues se acercaban las doce, el momento del cambio de año. Los presentadores y el mismo ambiente anunciaban que el momento de las uvas era inminente. El ser del milenio empezó a alzar los brazos hasta que se quedaron en perpendicular al cuerpo. Y al poco se inició el frenesí de las campanadas (acompañadas por ráfagas de pirotecnia), el engullir de uvas.

La imagen que se ofrecía desde TV3 me estremeció. Desde la plaza de España, se veía la Avenida María Cristina en toda su longitud, abarrotada de gente, bordeada por las pequeñas fuentes de agua iluminada. Al fondo se adivinaba un hombre de estructura de hierro, un «super»-hombre de 15 metros, compuesto de multitud de seres humanos encaramados en sus miembros, con un corazón rojo, también formado por seres humanos, un cerebro hecho de encapuchados (¿vengüenza de la razón o razón tan universal que no debe tener cara?), con los brazos en cruz, casi flotando entre el humo de la pólvora de la pirotecnia delante de una multitud enfervorizada por el momento álgido de la celebración, el momento de olvidarse de lo que ocurrió y lanzarse a los brazos del nuevo año, cargado de buenos deseos y propósitos. «Venid a mí», casi parecía decir el Ser del Milenio. «Miradme, he sido alzado. Miradme, soy un resumen de vosotros mismos, del cuerpo que formamos toda la humanidad. Miradme, yo, la humanidad (con los brazos en cruz, como hace Dios mil años hizo aquel Galileo) soy el futuro. Miradme, soy el Ser del Milenio, la misma humanidad, la única sobre la que se pueden poner las esperanzas. Miradme porque más allá de mí no hay divinidad. Por eso adopto esta posición. Entendedlo».

Si alguien ha leído «Señor del mundo» quizá piense que no exagero.

La retransmisión completa de las campanadas, se puede ver aquí: http://goo.gl/Xrll0s

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