Superando Obstáculos: Tres Años desde mi Defensa de Tesis sobre Robert Hugh Benson

Foto de recuerdo con el tribunal, el director de la tesis y mi esposa al finalizar la defensa (29/01/2015)

Introducción

Hoy, al recordar que hace exactamente tres años obtuve mi título de doctor, reflexiono no solo sobre cómo el tiempo vuela, sino también sobre el intenso proceso que fue realizar y defender mi tesis sobre Robert Hugh Benson. Este notable autor ha sido el foco de mis estudios, y el camino hacia la culminación de este proyecto estuvo lleno de desafíos y aprendizajes.

El Viaje hacia el Doctorado

Robert Hugh Benson predicando.

Compaginar la vida personal y profesional con la académica fue una experiencia desafiante. Estar casado, con hijos, y trabajar a tiempo completo como consultor, añadió capas adicionales de complejidad a mi doctorado. Los años dedicados a la investigación y redacción de la tesis fueron arduos, pero cada obstáculo superado ha sido una lección interiorizada.

Momentos Clave en la Investigación de Benson

En mi tesis, exploré diversos aspectos de la obra de Benson, cuyas narrativas y perspectivas religiosas ofrecen un rico terreno para el análisis académico. Estos estudios no solo me permitieron contribuir al entendimiento de su literatura, sino también al diálogo continuo en estudios literarios y filosóficos.

Conclusión

Si estás considerando o ya estás en medio de tu doctorado, te animo a seguir adelante con optimismo y perseverancia. Las recompensas de completar este viaje académico son inmensurables y el conocimiento adquirido es algo que llevas contigo para siempre.

La editorial B.A.C. publica mi traducción de The Light Invisible y A Mirror of Shalott

La B.A.C. publica los libros de relatos: The Light Invisible y A Mirror of Shalott, traducidos por Sergio Gómez Moyano. La B.A.C. los ha editado en el mismo volumen con el título Historias sobrenaturales.

HISTORIAS SOBRENATURALES | ROBERT HUGH BENSON | Comprar libro 9788422019718

Creo que no se le escapa a ningún interesado en este R.H. Benson que se está viviendo un pequeño resurgir de su memoria en lengua castellana. Desde hace unos diez años algunas editoriales han publicado obras de este autor. Lord of the World y The Necromancers han sido objeto, además, de una nueva traducción al idioma de Cervantes. The Dawn of All simplemente se ha reeditado con la misma traducción de hace casi cien años.

Este año le ha tocado el turno a sus libros de relatos: The Light Invisible y A Mirror of Shalott. La B.A.C. los ha editado en el mismo volumen con el título Historias sobrenaturales, con la particularidad de que A Mirror of Shalott es la primera vez que ve la luz en español. Tanto la traducción como el estudio introductorio son obra de Sergio Gómez Moyano.

El primer libro de relatos escrito por Robert Hugh Benson se titula The Light Invisible. Salió a la venta en 1903 y se trata del primer volumen publicado del autor. Es importante contextualizar esta obra, porque dará una clave fundamental para su interpretación.

Comenzó a escribirlo en 1902, cuando vivía en la comunidad de la Resurrección de Mirfield. El autor estaba sufriendo una crisis de identidad. Por un lado, había sido educado según los principios de la Iglesia de Inglaterra, de la cual su padre fue la cabeza visible. Más aún, se había convertido en un profesional de la misma, pues había sido ordenado clérigo anglicano. Sin embargo, sentía la llamada a la Iglesia Católica, esa confesión cristiana que desde pequeño había aborrecido. En esos momentos de desconcierto, pretendió buscar una especie de compromiso, una vía intermedia o quizá un metalenguaje capaz de albergar las pretensiones de ambas confesiones. El mismo Benson explicó que con este libro buscaba reafirmarse en las verdades de la religión. Por todo ello, no es de extrañar que The Light Invisible esté compuesto por una serie de experiencias espirituales, explicadas por un anciano sacerdote, que el lector no puede averiguar si es católico o anglicano. El protagonista de los relatos posee un don, una sensibilidad especial, para ver lo que se esconde detrás de la materia.

Un corresponsal escribió sobre el libro que el verdadero meollo del mismo es la intuición espiritual, como único puente entre lo visible y lo invisible (C.C. Martindale, The Life of Monsignor Robert Hugh Benson, vol. I). Esta intuición se materializa, o se hace sensible, en la figura del anciano sacerdote, que es el que relata las historias. Su don consiste en: «La facultad de comprobar por nosotros mismos lo que hemos aceptado por autoridad y lo profesamos por fe. […] La percepción es a veces tan intensa que el mundo espiritual se me muestra tan visible como lo que llamamos el mundo natural, pero se me muestran simultáneamente, como en el mismo plano. Depende de mí elegir cuál de los dos veo con más claridad» (The Light Invisible).

Y esta facultad, dice, no es algo diferente, por ejemplo, de la capacidad que tiene su interlocutor (el que escribe todo lo que el anciano relata) de disfrutar de la belleza, donde otros no la ven. A partir de aquí se explicarán situaciones que el anciano sacerdote, o alguna otra persona, ha vivido gracias a esa capacidad intuitiva devenida visión sensible.

Desde el punto de vista literario cabe decir que se trata del primer libro de madurez literaria de Robert Hugh Benson. El género en el que se podría adscribir sería el de los relatos fantásticos o de terror, si bien sus páginas no encierran pasajes tan escalofriantes como los de A Mirror of Shalott. Su tono es mucho más meloso y, sobre todo, más espiritual (por no decir místico) que terrorífico o fabulístico.

El planteamiento de A Mirror of Shalott adquiere la forma de un simposio informal, una especie de Decamerón o Canterbury Tales. Un grupo de sacerdotes de diferentes nacionalidades se encuentran en Roma. Después de sus actividades diarias disponen de un período de tiempo libre entre la cena y las oraciones de la noche. Para pasar ese rato, y a raíz de una discusión entre ellos sobre la existencia de los milagros, deciden que cada noche uno de ellos contará una historia. Deberá cumplir dos condiciones: que se narren hechos sobrenaturales y que hayan sido vividos en primera persona.

En una primera instancia, dado este planteamiento, cabría esperar que Benson, como sacerdote católico, hiciera hablar a sus personajes, tan clérigos como él, de modo aleccionador sobre milagros de santos u otras delicadezas piadosas, cual si desde el púlpito predicaran. Podría imaginarse uno, a mucho exagerar, que hablaran de algún exorcismo.

Pero el tono de la obra no se alinea en absoluto con este talante. En ella se habla de fantasmas, de presencias malignas, o incluso ausencias insoportables, de barcos fantasma… La riqueza de las historias es verdaderamente sorprendente, y algunas de ellas llegan a producir un auténtico escalofrío. No en vano, las historias de A Mirror of Shalott aparecen en numerosas colecciones de relatos fantásticos o de terror junto a los nada irrelevantes de Poe o Lovecraft, entre otros. Y es que este libro puede ser considerado un clásico del género de terror.

Para llegar a la intención de esta obra, conviene detenerse un segundo en el título. Debe su nombre a un poema escrito por Alfred Tennyson, presumiblemente en 1842, titulado The Lady of Shalott. La dama protagonista del mismo vivía sola en un castillo en la isla de Shalott. Tenía prohibido mirar el mundo directamente, más allá de los muros, pero lo contemplaba a través de un espejo. A Mirror of Shalott, literalmente un Espejo de Shalott, pretende ser un lugar en el que el lector puede fijar los ojos, para ver ese mundo exterior que está más allá de los muros de la materialidad, es decir, de la percepción sensible. El objetivo del libro, por tanto, queda patente: mostrar el mundo espiritual. Uno por uno los miembros de este peculiar simposio de historias sobrenaturales o de terror van relatando sus experiencias, sus encuentros con lo sobrenatural.

Y solo queda que el lector se deje llevar por estas historias, muestrario de manifestaciones sobrenaturales. En resumen, este tipo de relatos escritos por un sacerdote puede causar sorpresa, pero, considerados en toda la amplitud de su obra adquieren una importancia propedéutica para la fe y una espiritualización de la vida ordinaria del creyente.

No obstante todo lo dicho, el lector también merece disfrutar de estos dos libros ofrecidos por la B.A.C. por sus propios méritos literarios, que no son pocos, y no por fiarse de un comentarista como el que suscribe.

 

«The Upper Room: a Drama of Christ’s Passion» (1914)

I have been asked information about «The Upper Room», a play published posthumously. I have to confess that I haven’t read because I have not been able to find it. All I can say is what Martindale wrote in volumen II of Benson’s biography.

«The Upper Room appeared posthumously in November 1914; its introduction is reminiscent, by Cardinal Bourne; and its preface had to indicate, as was best possible, the author’s intentions for his play. It was to be partly symbolical, the preface urges : not realistic. Hence the Supper-table will suggest (though not imitate) an altar, with its cloth and candles ; Peter will carry keys, and Mary will put the Grail into the Arimathean’s hands. Benson will emphasize the symbolic value even of persons when he can; he boldly accepts the translation, » and HE was Night,» for the et erat Nox of the Vulgate, when Judas leaves the supper-room.» (» And Night he was who ran.»)
The action passes altogether in the Upper Room, over the parapet of whose balcony torches, spear-heads, or the three crosses are observed to pass (as the third cross passes it is seen to reel and disappear, for its bearer fails). Beyond, at the back, an idealised hill of Calvary is seen, black against the starlight, or dawn, or the streaked sky of Good Friday, for the action extends from the departure to Gethsemane to the return from the entombment. It is divided into three scenes, of which the second is a kind of tableau ; above the stripped table, where the candles are extinguished. Calvary is seen with vividly black crosses, very far away, and the Reproaches are sung. All the liturgical Passion music is introduced in some part or other of the play.

Naturally the whole piece is charged with a high emotion, and its literary aspect does not, and is not intended to, force itself upon one. The ungracious instinct of criticism suggests to a reader at any rate that very unequal reminiscences of a mediaeval style, and some disconcerting echoes of Tennysonian rhythm and even diction (as, for instance, of the Idylls of the King), somewhat mar the sternly ecclesiastical manner which should, I fancy, be that of this play. That Mary should here be called » a very Queen of men for gallantry» seems wholly out of place, and in the earlier part of the first scene there are too many phrases of a sort of facile lusciousness : » The air turned faint with incense,» a line written in connection with the Last Supper, jars terribly in a story for which the reticence of the Gospel record has for ever set an irreformable example. But it is for acting, not reading, that this play was swiftly written ; and it seems the graver pity that on one occasion at least its performance was, at the last moment, vetoed by authority, on account of the presence on the stage of Mary, who speaks, after all, only a few lines of epilogue. As the years went by, however, the desire to write a play which should be a London success grew till it amounted very nearly to a passion. He made acquaintances wherever he could with authors or actors, in order to learn stage technique; he would sit, in an armchair placed for him in the wings, and watch rehearsals ; he would go, whenever this became for him legitimate, to see the plays themselves—in Scotland, for instance, and constantly in America. He displayed, however, great annoyance when a rumour was spread to the effect that Father Benson had declared that priests ought to go to theatres whenever they legitimately could. («Curiously, I cannot find one example of his going, after he became a priest, to hear an opera, despite his keen love of music.”·)He was delighted, on the other hand, with Mr. George Mozart’s opinion that priests would find no better or more willing Catholics than among members of the theatrical profession, if only they would display the «sporting spirit» of Father Benson, and go round and meet them at the stage door.»
C.C. Martindale, Life of monsignor Robert Hugh Benson, vol. II (Longmans, Green & Co., London 1916), pg. 326-328.

A Mirror of Shalott

Un primer encuentro con los relatos cortos de Benson impacta; sobre todo los de A Mirror of Shalott. El planteamiento de esta colección de historias es la siguiente. Un grupo de sacerdotes de diferentes nacionalidades se encuentran en Roma. Después de sus actividades diarias disponen de un período de tiempo libre entre la cena y las oraciones de la noche. Para pasar ese rato, y a raíz de una discusión sobre los milagros, deciden que cada noche uno de ellos contará una historia. Deberá cumplir dos condiciones: que se narren hechos sobrenaturales y que hayan sido vividos en primera persona.

En una primera instancia, dado este planteamiento, cabría esperar que un sacerdote católico, como Benson, hiciera hablar a sus personajes, tan clérigos como él, de modo aleccionador sobre milagros de santos u otras delicadezas piadosas, cual si desde el púlpito predicaran. Podría imaginarse uno, a mucho exagerar, que hablaran de algún exorcismo.
Pero el tono de la obra no se alinea en absoluto con este talante. En ella se habla de fantasmas, de presencias malignas, o incluso ausencias insoportables, de barcos fantasma… La riqueza de las historias es verdaderamente sorprendente, y algunas de ellas llegan a producir un auténtico escalofrío. No en vano, las historias de A Mirror of Shalott aparecen en numerosas colecciones de relatos fantásticos o de terror junto a los de Poe o Lovecraft, entre otros. Y es que este libro puede ser considerado un clásico del género de terror.

Para llegar a la intención de esta obra, conviene detenerse un segundo en el título. Debe su nombre a un poema escrito por Alfred Tennyson, presumiblemente en 1842, titulado The Lady of Shalott. La dama protagonista del mismo vivía sola en un castillo en la isla de Shalott. Tenía prohibido mirar el mundo directamente, más allá de los muros, pero lo contemplaba a través de un espejo. A Mirror of Shalott, literalmente un Espejo de Shalott, pretende ser un lugar en el que el lector puede fijar los ojos, para ver ese mundo exterior que está más allá de los muros de la materialidad, es decir, de la percepción sensible. El objetivo del libro, por tanto, queda patente: mostrar el mundo espiritual. Uno por uno los miembros de este peculiar simposio de historias sobrenaturales o de terror van relatando sus experiencias.

¿El núcleo del pensamiento de R.H.Benson en breve?

Después de defender la tesis, ¿cómo resumiría en pocas palabras el pensamiento de Robert Hugh Benson?

Podríamos situarnos en dos puntos de vista diferentes: «desde abajo», desde los hechos más evidentes, hasta aquellas realidades menos accesibles a través de nuestros sentidos o “desde arriba”, desde una visión de fe.

El sentido ascendente es el que se plantea como índice de la tesis. Los fríos hechos se nos imponen a los sentidos, pero hay algunas situaciones en las que los sentidos no bastan para interpretar los hechos. Esto ocurre, por ejemplo, en Lourdes. En esta ciudad pirenaica francesa se producen de vez en cuando curaciones que no se pueden explicar. Existe allí mismo una oficina médica que se dedica a constatar dos cosas: 1) si las personas que se dicen curadas, realmente han sido sanadas y 2) si esta curación se ha producido de forma que la ciencia pueda explicar. Desde 1858 se han registrado unos 7000 casos de curaciones sin explicación, al menos hasta el momento actual de los conocimientos científicos.

Lourdes, con su oficina de constataciones, invita a interpretar hechos del mundo material a través de algún otro tipo de explicación fuera de la materialidad de lo científico. Benson plantea una disyuntiva: o se interpreta que la ciencia un día podrá explicarlo todo o hay un mundo espiritual que a veces actúa sobre el material, hasta el punto de provocar curaciones. El primer caso es considerado como una especie de actitud prometeica que, prácticamente otorga poderes divinos a la razón. Esta actitud quiere negar lo evidente, porque no corresponde con la demarcación de la observación científica. En cambio, estos casos inexplicados de Lourdes deberían conducir irremediablemente, según Benson, a una interpretación sobrenatural.

Abierta esa posibilidad, surge la necesidad de preguntarse si lo espiritual también interacciona con lo material en otras circunstancias o incluso continuamente, a pesar de que no lo percibamos.

Si nos acercamos a su obra “desde arriba” se ve claramente que el centro de su pensamiento es Cristo, Dios y hombre. Y del mismo hecho de la Encarnación de Cristo surge inevitablemente el sistema sacramental de la Iglesia. En este sistema cada signo material tiene un significado espiritual. En el caso del Bautismo, por ejemplo, verter agua sobre la cabeza de un niño pronunciando la fórmula adecuada y con las condiciones establecidas, significa el perdón del pecado original, la inclusión en la Iglesia, etc. Este modelo sacramental no es un hecho aislado, sino que el mundo debe ser interpretado según él. La naturaleza, por tanto, tiene un carácter sacramental, porque de alguna manera se muestra lo sobrenatural en él, aunque a un nivel diferente a los sacramentos.

Evidentemente esto no es más que una abstracción, lo que he podido extraer después de años leyendo al autor. Lo más increíble de Benson se encuentra en la letra y alma de sus libros.

Francisco vuelve a hacer referencia a «Señor del Mundo»

Hace poco el Papa Francisco volvió a hacer referencia a Señor del mundo. Incluso invitó a los periodistas presentes a leer la novela. Lo hizo en el avión volviendo de Las Filipinas (haz click aquí para ver la noticia). Y se refería a la «colonización ideológica», o la pretensión de que todos lleguemos a un tipo de pensamiento ideológico único.

Benson plantea en su libro una sociedad ciertamente con un pensamiento único en el que los que disienten son perseguidos. Al principio lo hacen de forma aséptica y disimulada. Cuando esta ideología llega a la hegemonía mundial, la perseguidores ya no necesitan esconder sus intenciones y se producen condenas a cadena perpetua, linchamientos, ejecuciones y bombardeos.

Ver: The Lord of the World, Robert Hugh Benson y el mundo actual, Reseña de Lord of the World, El papa Francisco habla de Lord of the World.

SOBRESALIENTE «CUM LAUDE»

Alrededor de las 12:00 del día de hoy comenzó la defensa de mi tesis doctoral sobre Robert Hugh Benson. Comenzó mi discurso entre nervios y algún gazapo que se me escapó y del que fui completamente inconsciente.

Expliqué, en primer lugar, brevísimamente algunos momentos de la vida de Benson. Luego tracé a grandes rasgos en qué consistió la investigación. Básicamente he intentado establecer un marco teórico filosófico a esas ideas de Benson que se encuentran tan dispersas, para darles una unidad.  Y finalmente recalqué algunos aspectos concretos que me han parecido especialmente interesante. Sin embargo,  sentía que me había dejado en el tintero lo más importante: la vida que se esconde detrás de la letra, la encarnación de sus ideas en las novelas.

Hubo alguna crítica, como corresponde al trabajo de un tribunal de doctorado, pero sobre todo elogios. Fue emocionante ver cómo los miembros del tribunal valoraban mi trabajo y me emocionó, sobre todo porque veían que mi propósito de dar unidad en la dispersión se había cumplido.

Luego me preguntaron por el motivo del olvido de Benson en el mundo literario después de su muerte. También me insistieron en que podía seguir el estudio contextualizando al autor dentro del mundo de las utopías literarias. Me sacaron el tema de Frederick Rolfe (¡Qué se le va a hacer!). Y algunas cuestiones más técnicas y concretas de la investigación. En fin, al parecer mis respuestas les satisficieron a juzgar por la nota.

SOBRESALIENTE «CUM LAUDE»

¡Gracias a Dios!

POR FIN, LA DEFENSA DE LA TESIS

Después de tanto tiempo, por fin, el próximo 29 de enero de 2015, defenderé la tesis que ha ido tomando forma durante tantos años de estudio y de sufrimiento. Robert Hugh Benson me ha absorbido durante un período grande mi vida y casi he llegado a conocer su mente como quien conoce la de un amigo. Solo lamento no haberlo conocido en vida. Me hubiera gustado oírle hablar, verle moviéndose y trabajando en su casa de Hare Street. Hubiera preferido llevarle las conclusiones de mi tesis, poder entrevistarle y que asintiera, inclinando la cabeza, y me confirmara que mis hipótesis son ciertas.

Esta tesis no solo habla de literatura, de una literatura que adolece de ser «católica». El jueves explicaré que la obra de Benson es radical y absolutamente católica, el reflejo de un mundo marcado por la presencia de lo sobrenatural en el mundo material. El centro del mundo para Benson es Cristo. De él emana el sistema sacramental de la Iglesia. Los siete sacramentos necesitan de la materia para que la Gracia divina se derrame sobre los humanos que habitan la Tierra.

Este es el modelo de funcionamiento del universo: la naturaleza es sacramental, porque lo material es un velo que oculta el espíritu.

Por ello es tan extravagante. No puede dejar de lado cualquier tipo de manifestación espiritual que se muestre como evidente, porque demuestran que el espíritu está presente. No importa que hable de posesiones diabólicas, de espiritismo o de barcos fantasma. Estos son solo ejemplos de algo que ocurre cada día sin que nos enteremos. Lo veamos o no, según Benson, el mundo está cargado de fuerzas. Hay un terrible silencio que rodea el mundo de los sentidos.

Debo dar gracias a Hugh Benson. Esta tesis me ha permitido entrar en su forma de pensar el mundo y eso me ha hecho comprender el mundo un poco mejor. El jueves me convertiré en su abogado defensor.

Centenario de Robert Hugh Benson: Reflexiones sobre su intensa vida y legado

Introducción

Hoy, 19 de octubre de 2014, se cumplen 100 años desde que Robert Hugh Benson nos dejó. Durante los 11 años que siguieron a su conversión al catolicismo, Benson se entregó por completo a su fe y vocación, dejando un legado de fervor y dedicación que aún resuena en el mundo literario y religioso.

El intenso ritmo de vida de Benson

Tras su conversión, Benson adoptó un ritmo de vida que muchos podrían considerar insostenible. Dedicado completamente a su nueva fe, su salud comenzó a deteriorarse debido a su incesante actividad. A pesar de reconocer un año antes de su muerte que necesitaba desacelerar, su naturaleza no le permitía trabajar de otra manera. Mantuvo su intensa agenda hasta sus últimos días, reflejo de su incansable e indomable espíritu.

Los últimos días de Hugh Benson

Hugh Benson falleció en la residencia del obispo de Salford, donde había ido a predicar una serie de sermones. A la edad de cuarenta y dos años y 11 meses, dejó este mundo, desgastado por su propia energía inagotable. Sus últimos momentos, narrados por su hermano Arthur, revelan un final tanto heroico como sereno.

El relato de su hermano Arthur

Arthur describe el último momento de Benson con detalles que evocan una profunda humanidad y valentía. «Vi a Hugh sentado en la cama; habían colocado una silla a su lado, cubierta de cojines, para que se apoyara. Estaba pálido y respiraba muy rápido, mientras una enfermera le secaba la frente. El Canónigo Sharrock estaba al pie de la cama, con su estola puesta, leyendo las últimas oraciones de un pequeño libro. Cuando entré, Hugh fijó sus ojos en mí con una extraña sonrisa, con algo triunfal en ella, y dijo con una voz clara y natural, ‘Arthur, ¡esto es el fin!’ Me arrodillé cerca de la cama. Él me miró, y de alguna manera supe que nos entendíamos bien, que no quería palabras ni demostraciones, sino que simplemente estaba contento de que estuviera con él. Las oraciones comenzaron de nuevo. Hugh se persignó débilmente una o dos veces, hizo una o dos respuestas. Luego dijo: ‘Pido perdón, un momento, mi amor para todos ellos.'»

Conclusión

La muerte de Benson no fue simplemente el final de una vida; fue el acto final de un hombre que vivió con un propósito y una pasión extraordinarios. Su capacidad para enfrentar con valentía y dignidad su último momento refleja la intensidad con la que vivió todos los aspectos de su vida. Su legado sigue inspirando a aquellos que buscan entender la complejidad de la fe y la profundidad del compromiso humano.

Texto original:

I saw Hugh sitting up in bed ; they had put a chair beside him, covered with cushions, for him to lean against. He was pale and breathing very fast, with the nurse sponging his brow. Canon Sharrock was standing at the foot of the bed, with his stole on, reading the last prayers from a little book. When I entered, Hugh fixed his eyes on me with a strange smile, with something triumphant in it, and said in a clear, natural voice, » Arthur, this is the end ! » I knelt down near the bed. He looked at me, and I knew somehow that we understood each other well, that he wanted no word or demonstration, but was just glad I was with him. The prayers began again. Hugh crossed himself faintly once or twice, made a response or two. Then he said : » I beg your pardon—one moment—my love to them all.»

The big room was brightly lit; something on the hearth boiled over, and the nurse went across the room. Hugh said to me: » You will make certain I am dead, won’t you ? » I said «Yes,» and then the prayers went on. Suddenly he said to the nurse : » Nurse, is it any good my resisting death—making any effort ? » The nurse said : » No, Monsignor ; just be as quiet as you can.» He closed his eyes at this, and his breath came quicker. Presently he opened his eyes again and looked at me, and said in a low voice : » Arthur, don’t look at me! Nurse, stand between my brother and me!» He moved his hand to indicate where she should stand. I knew well what was in his mind; we had talked not long before of the shock of certain sights, and how a dreadful experience could pierce through the reason and wound the inner spirit; and I knew that he wished to spare me the pain of seeing him die. Once or twice he drew up his hands as though trying to draw breath, and sighed a little; but there was no struggle or apparent pain. He spoke once more and said: «I commit my soul to God, to Mary, and to Joseph.» The nurse had her hand upon his pulse, and presently laid his hand down, saying : » It is all over.» He looked very pale and boyish then, with wide open eyes and parted lips. I kissed his hand, which was warm and firm, and went out with Canon Sharrock, who said to me : «It was wonderful! I have seen many people die, but no one ever so easily and quickly.»

It was wonderful indeed! It seemed to me then, in that moment, strange rather than sad. He had been himself to the very end, no diminution of vigour, no yielding, no humiliation, with all his old courtesy and thoughtfulness and collectedness, and at the same time, I felt, with a real adventurousness —that is the only word I can use. I recognised that we were only the spectators, and •that he was in command of the scene. He had made haste to die, and he had gone, as he was always used to do, straight from one finished task to another that waited for him. It was not like an end ; it was as though he had turned a corner, and was passing on, out of sight but still unquestionably there. It seemed to me like the death of a soldier or a knight, in its calmness of courage, its splendid facing of the last extremity, its magnificent determination to experience, open-eyed and vigilant, the dark crossing.

A.C. Benson, Memoirs of a Brother