Lechos de muerte en Robert Hugh Benson

Introducción

Al conmemorar el impacto literario y teológico de Robert Hugh Benson, es crucial explorar cómo sus obras abordan el fenómeno universal de la muerte. Este artículo desglosa las perspectivas de diversas religiones sobre la muerte, centrándose especialmente en el cristianismo, el anglicanismo y el catolicismo—las creencias que moldearon la vida y la escritura de Benson.

La Visión de la Muerte en Diferentes Culturas y Religiones

Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha considerado la muerte como una puerta hacia lo desconocido. Los ritos funerarios hallados en sitios arqueológicos son testimonios de cómo las antiguas civilizaciones veneraban a los difuntos y preparaban su tránsito hacia misteriosos destinos. En la traducción inglesa, el término «departed» para referirse a los difuntos evoca la imagen de un viaje hacia tierras inexploradas, lo que refleja una percepción universal del más allá como un nuevo comienzo más que un final absoluto.

El Cristianismo y sus Enseñanzas sobre la Muerte

En contraste con religiones orientales que aceptan la reencarnación, la tradición judeocristiana ve la muerte como un evento definitivo y único. Según las escrituras, como las epístolas de San Pablo, se establece que el ser humano vive y muere solo una vez, seguido por la eternidad. Para los cristianos, la muerte no solo concluye la vida terrenal sino que también precede al juicio divino, donde cada alma recibe su merecido basado en sus actos de vida.

María Estuardo, reina de Escocia.

Los Lechos de Muerte en las Obras de Benson

Robert Hugh Benson utilizó los lechos de muerte como momentos de revelación y sinceridad en sus narrativas. Analizó detenidamente los finales de figuras históricas y ficticias para destacar cómo la aproximación de la muerte despoja a las personas de sus pretensiones, revelando la esencia de su ser. En obras como «Come Rack! Come Rope!», presenta a María de Escocia enfrentando su ejecución con una dignidad que subraya la creencia en una vida más allá de la muerte, reforzando la noción del martirio como un umbral hacia la recompensa eterna.

Conclusión

El estudio de los lechos de muerte en las obras de Robert Hugh Benson ofrece una ventana fascinante a la comprensión de cómo la literatura puede explorar y expresar las profundas verdades espirituales y existenciales que enfrentamos al final de nuestras vidas. La visión de Benson sobre la muerte desafía a los lectores a considerar cómo nuestros últimos momentos pueden ser un reflejo de nuestras verdades más profundas y nuestras convicciones más firmes.

ARTÍCULO ORIGINAL

En primer lugar, supongo que es acertado echar un vistazo a lo que piensan las religiones en general sobre el hecho de la muerte, luego nos centraremos más en el cristianismo, para acabar en el anglicanismo y el catolicismo, las adscripciones religiosas de Robert Hugh Benson.

Cuando se hallan restos arqueológicos, una de las señales inequívocas de que pertenecieron a seres humanos es el hallazgo de vestigios de ritos funerarios. La muerte es la puerta a lo desconocido, y los difuntos son los que ya han partido a esos nuevos dominios. En este sentido es muy curioso el mote inglés para traducir el español «difunto», que no es otro que «departed», el que ha partido. Da la sensación de que la persona muerta ha marchado a un viaje que se adentra en una tierra inexplorada. En las culturas antiguas se intenta preparar de la mejor manera este paso de nuestra vida conocida a ese lugar misterioso. No es extraño que se encuentren las armas, los utensilios u objetos del difunto en sus tumbas. Seguramente disfrutaría de todos ellos en la otra vida, igual que lo hizo en esta. Es probable que una de las mayores sofisticaciones funerarias que se encuentran en la antigüedad, se diera en Egipto. Algunos faraones llegaron a ser enterrados con sus mujeres y sirivientes o se hicieron construir barcos, con los que zarparían al más allá. Todas las culturas han honrado de una u otra manera a sus difuntos, a aquellos que ya no están con los vivos, sino que han traspasado esa frontera de la muerte y se encuentran inmersos en el misterio.

Es un hecho que a lo largo de la historia ha existido esta percepción de que al otro lado de la muerte hay un mundo o estado desconocido, un «más allá». No es el objeto de este artículo investigar cómo surgió esta percepción ni comprobar si es cierta. El hecho permanece. Existe también la conclusión fría de los materialistas, de los ateos y de algunos escépticos que afirman que la muerte es el final, que con la desintegración del cuerpo se acaba todo tipo de existencia. Aunque ha habido escépticos en todas las épocas, el hecho del ateísmo es más bien reciente, y supone sólo una excepción que confirma la regla de que en todos los tiempos, el hombre, equivocado o no, ha visto la muerte como la puerta a un tipo de existencia diferente.

Si nos acercamos más a la posición de Benson, nos hemos de introducir en la tradición monoteísta, más en concreto en el tronco judeocristiano. Aquí, al contrario que en ciertas religiones orientales, la muerte tiene un carácter definitivo. Se aleja, por tanto, de las teorías de la Metempsicosis o migración de las almas, o si se prefiere de la reencarnación. Platón mismo concebía un dualismo cuerpo – alma en el ser humano. El alma se encuentra como atrapada dentro del cuerpo. Al morir el cuerpo, el alma sigue viva y busca otro hombre en el que reencarnarse. Es famoso su mito del carro tirado por dos caballos, siendo el piloto el alma y el carruaje el cuerpo. Tanto en el hinduismo como en el budismo la muerte es el paso inmediatamente anterior de una reencarnación en otro ser vivo. El ciclo de la vida incluye la vida y la muerte de forma interminable, si el ser humano no consigue reunir unas ciertas condiciones que le permiten romper este ciclo y alcanzar la conciencia superior, la extinción o el nirvana. No ocurre así en el cristianismo en el que, como dice san Pablo: «ha sido establecido que el hombre viva una sola vida y muera una sola vez, y luego la eternidad». La visión judeocristiana de la muerte va muy ligada con la recepción de lo que la persona se ha merecido durante la vida. Es el momento que antecede al juicio de Dios. Para el cristiano la muerte es el punto de entrada a las verdades eternas: el juicio y posteriormente, la bienaventuranza eterna o la condenación eterna. La muerte es, por tanto, una embajadora de la verdad. Con ella se acerca el momento en el que no hay jueces sobornables ni lugar para el autoengaño. Tras ella se acaban las apariencias.

Sin duda por esto es tan importante para Benson examinar los lechos de muerte de personajes importantes. En esos momentos se enfrentan a todo aquello que pretendían esconder a su conciencia, porque saben que “más allá” no habrá remedio. Las falsedades de la vida se desmoronan, porque ante los se les viene encima, ya no hay manera de mantenerlas.

Analiza, por eso, con cuidado los lechos de muerte de Isabel, la reina buena y de María, la Sanguinaria. La primera disfrutó del éxito en la vida y ante la muerte parecía enloquecer y verse perseguida por fantasmas; la otra fracasó en su vida, pero ante la muerte no tenía nada que ocultar y la esperaba con paciencia y serenidad. Con este artículo Benson nos quiere decir una cosa muy clara: aparte de lo que hayan podido hacer en su vida, la verdad profunda de sus personas se manifestó en esos momentos clave previos a su fallecimiento. Lo demás puede engañar, porque no sabemos si actuaban sinceramente o no.

En «Come Rack! Come Rope!» también presenta a una reina, a María de Escocia, en los momentos que preceden a su ejecución. Destaca de modo especial su entereza y dignidad, así como la de todos los mártires que aparecen en la novela.

Estas narraciones y los relatos en general de los mártires cristianos de todos los tiempos tienen ese halo de heroicidad, pero también de demostración. El mártir muere con total enterza porque sabe que luego le espera el premio por este «castigo» injusto que recibe en la tierra. Se demuestra por los comportamientos valientes de estos hombres y mujeres que hay algo más después de la muerte, algo definitivo, y que el martirio supone el paso a lo mejor de ese algo que hay más allá.

Desde el punto de vista filosófico me parece interesante la visión del lecho de muerte como lugar fuerte de sinceridad existencial.