An Average Man

Percy y Reggie son compañeros de trabajo en unas oficinas de Londres. Reggie es católico y vive con cierta intensidad su religión, hasta el punto de participar con entusiasmo en algunas actividades de un convento de franciscanos de Kensington. Percy, en cambio, profesa el anglicanismo y, aunque participa en el coro de la parroquia y suele asistir a los servicios, lleva su vida religiosa con una cierta monotonía. Digamos que pensar en mujeres le ocupaba más tiempo.
En el tren por casualidad y de la forma más ridícula (se tropieza con su maleta y cae el suelo) conoce a una joven. Sin saber cómo comienzan a hablar. Parece que sintonizan.
Un día Reggie le invita a que vaya al convento de Kensington a escuchar predicar a un tal P. Hilary. Le convence diciendo que va mucha gente de diferentes confesiones a escucharlo, no solamente católicos. Mientras el franciscano habla, Percy siente que algo muy profundo le está ocurriendo. Acaba de aparecer un nuevo personaje en la novela: la experiencia religiosa. A parir de este momento estará presente en el transcurso de la trama.
Percy se lo explica a sus padres y les cuenta que fue a una iglesia católica a escuchar a un fraile y que sintió que la fe era algo vivo. Sus padres se contienen y a pesar de ser anglicanos comprometidos, le tratan con un gran respeto y cariño. Le proponen que antes de convertirse al catolicismo consulte y se informe de todo lo que tiene que decir la Iglesia de Inglaterra. Helen, la hermana de Percy, es aséptica en este sentido. Ella dice que es artista y bohemia y que no quiere saber nada de religión, pues es una opresora del espíritu.
En la parroquia anglicana de Percy hay dos clérigos Mr. Bennett, el Párroco y Mr. Main, el coadjutor. Este último era un pobre hombre, a quien muy pocos respetaban. Vivía apesadumbrado por su mujer, que no podía soportar tener que vivir en un barrio cualquiera, siendo esposa de un simple coadjutor que nunca sería algo más. En cambio Mr. Bennett era un hombre atrayente, agradable, muy respetado y querido.
Mr. Bennett le preparó un día una entrevista con un ex-sacerdote católico llamado Mr. Railton. Percy se indignó al conocer la encerrona. Después de este incidente tuvo varios encuentros más satisfactorios con el párroco.
Volvió a encontrarse otro día por casualidad a la joven del tren y volvieron a entablar conversación. Percy vivía tanto su nueva experiencia religiosa que se la explicó. A ella se le cambió la cara y le respondió fríamente. Resulta que ya había estado casada con un hombre “religioso” que la decepcionó y acabaron divorciándose. También le contó que ella era actriz.
En otra ocasión se acercó a hablar con el P. Hilary. Este le mostró el interior del convento. Percy se quedó alucinado de que todo aquello todavía existiera y que no fuera sólo un recuerdo de la edad media. ¡Y tanto que existía! El hábito del fraile rozaba su pantalón mientras caminaban. Percy llegó a la conclusión de que quería convertirse en franciscano. Los encuentros con el P. Hilary se fueron repitiendo, porque ya había comenzado la instrucción para convertirse en católico.
Unos meses después del comienzo de la catequesis de Percy, llegó a su casa y le comunicaron que su madre acababa de recibir una herencia, que significaba que los ingresos de la familia iban a aumentar hasta el punto de que podrían vivir ricamente de rentas.
Con la fortuna y con las propiedades en el campo, su vida cambia radicalmente. La familia entró en nuevo estatus social, en una nueva forma de entender la vida. Se trataba en una primera instancia de saber encajar en el nuevo ambiente. Percy y su familia debían aprender a comportarse según su nueva situación y tenían que establecer lazos con sus vecinos. En fin, debían adecuarse lo más posible a su nueva forma de vida.
La madre de Percy insiste en que las ideas de Percy de hacerse católico no son adecuadas para su nueva vida. Como católico tendrá muchos problemas en el futuro. Sin embargo, él está decidido a seguir su instrucción con el P. Hillary.
Pero, poco a poco su mundo, tal y como lo conocía se va desmoronando. La mujer con la que se había encontrado en el tren, Gladys Farham, le envía una nota para que vaya a verla un día. Ella le propone que vuelva otro día a verla en una nueva obra de teatro que se va a estrenar. Percy intenta intimar un poco más con ella. Al darse cuenta de que ella tiene deudas, ofrece su ayuda para solucionar ese problema, pero ella se indigna. La conversación es interrumpida y la mujer tiene que marcharse. Percy se queda con la sensación abrumadora de haberla perdido para siempre.
Al cabo de un tiempo, Percy invita a su amigo Reggie Ballard a que vaya al teatro con él. Reggie lo ve muy extraño y, durante la obra observa cómo su amigo está en tensión. Se despiden. Esta será la última vez que Percy y Reggie se vean.
Percy pierde sus antiguas amistades, pero no su decisión de ser recibido en la Iglesia Católica. Unos meses después de que comenzara su instrucción, Mr. Main el vicario de Hanstead, se ha decidido a hacerse católico y ha comenzado la instrucción con el mismo P. Hillary. Este es recibido en la Iglesia, antes que Percy. Como Mr. Main ha perdido todo privilegio y estatus social al dejar el anglicanismo, se ve obligado a vivir en un piso de poca monta a expensas de los libros de su mujer. Intenta buscar trabajo, pero no encuentra. Vive apesadumbrado. El P. Hillary le dice que el Señor está poniendo sobre él su Cruz. Mr. Main se resigna.
Percy pide a Gladys en matrimonio. Ella acepta y, de momento, deciden mantenerlo en secreto. Con el paso del tiempo, el joven rico conoce a una vecina suya, encantadora, llamada Mabel Marridon, de tendencia low church o evangélica. Hablando con ella se da cuenta de que convertirse al catolicismo es algo que en su nuevo círculo social sería considerado como de segunda categoría. “Lo mismo”, dice ella, “que casarse con una actriz”. Así que los dos proyectos más importantes que llevaba entre manos serían considerados como de segunda categoría en su entorno. Esto le llega muy adentro.
Además, un día que se acercó a su instrucción con el fraile, leyó en el catecismo que el matrimonio para el católico es para siempre. Por ello, el divorcio no estaba permitido, ni tampoco casarse con una divorciada. Gladys había estado casada. Anteriormente, Gladys se había puesto en contacto con Percy para hacerle saber una gran oportunidad. Le había ofrecido ir a América a representar la obra que en ese momento estaba en cartel. Ganaría mucho dinero. A Percy no le hacía mucha gracia, pero como veía que, como católico no podría nunca casarse con ella, le envía una carta diciendo que acepte el trabajo y que rompe sus compromisos con ella.
Al poco tiempo, Percy conversa profundamente con Mabel. Ella, por ejemplo, critica a Mr. Main por haber pensado sólo en sí mismo y no en su mujer a la hora de tomar la decisión de hacerse católico. Opina que no puede ser buena una religión cuando te obliga a tomar decisiones que perjudican a tus seres queridos, mientras que Percy opinaba que una religión que no está por encima de todo lo demás, no puede ser considerada religión. Sin embargo, ella le contagia su visión de la religión y de la vida. Percy decide optar por lo más sencillo, por lo que no le supondrá grandes sacrificios. Da la impresión de que al final se rinde ante el ambiente social que le rodea. A los pocos meses Mabel y Percy celebran su matrimonio. Ella es una de su misma clase, mantendrá la religión de todos, pero sin preocuparse demasiado por ella y seguirá siendo uno más entre todos.
En cambio, Mr. Main, tiene otra suerte. Cuando Percy sufría después de saber que jamás se podría casar con Gladys, recibe la visita del exvicario anglicano. Este había acudido a Percy para pedirle cartas de recomendación para su antiguo jefe con el fin de conseguir un trabajo como comercial o administrativo. La antigua empresa de Percy lo acepta como comercial, pero, justo el día en que Percy se casa, Mr. Main es despedido por falta de productividad.
La novela concluye así. Percy, el joven rico, que decide no complicarse la vida y que parece que la vida le sonríe, y Mr. Main, que decidió seguir su conciencia, aunque esto le está significando vivir una situación humillante.

Percy y Reggie son compañeros de trabajo en unas oficinas de Londres. Reggie es católico y vive con cierta intensidad su religión, hasta el punto de participar con entusiasmo en algunas actividades de un convento de franciscanos de Kensington. Percy, en cambio, profesa el anglicanismo y, aunque participa en el coro de la parroquia y suele asistir a los servicios, lleva su vida religiosa con una cierta monotonía. Digamos que pensar en mujeres le ocupaba más tiempo.En el tren por casualidad y de la forma más ridícula (se tropieza con su maleta y cae el suelo) conoce a una joven. Sin saber cómo comienzan a hablar. Parece que sintonizan.Un día Reggie le invita a que vaya al convento de Kensington a escuchar predicar a un tal P. Hilary. Le convence diciendo que va mucha gente de diferentes confesiones a escucharlo, no solamente católicos. Mientras el franciscano habla, Percy siente que algo muy profundo le está ocurriendo. Acaba de aparecer un nuevo personaje en la novela: la experiencia religiosa. A parir de este momento estará presente en el transcurso de la trama.Percy se lo explica a sus padres y les cuenta que fue a una iglesia católica a escuchar a un fraile y que sintió que la fe era algo vivo. Sus padres se contienen y a pesar de ser anglicanos comprometidos, le tratan con un gran respeto y cariño. Le proponen que antes de convertirse al catolicismo consulte y se informe de todo lo que tiene que decir la Iglesia de Inglaterra. Helen, la hermana de Percy, es aséptica en este sentido. Ella dice que es artista y bohemia y que no quiere saber nada de religión, pues es una opresora del espíritu.
En la parroquia anglicana de Percy hay dos clérigos Mr. Bennett, el Párroco y Mr. Main, el coadjutor. Este último era un pobre hombre, a quien muy pocos respetaban. Vivía apesadumbrado por su mujer, que no podía soportar tener que vivir en un barrio cualquiera, siendo esposa de un simple coadjutor que nunca sería algo más. En cambio Mr. Bennett era un hombre atrayente, agradable, muy respetado y querido.Mr. Bennett le preparó un día una entrevista con un ex-sacerdote católico llamado Mr. Railton. Percy se indignó al conocer la encerrona. Después de este incidente tuvo varios encuentros más satisfactorios con el párroco.Volvió a encontrarse otro día por casualidad a la joven del tren y volvieron a entablar conversación. Percy vivía tanto su nueva experiencia religiosa que se la explicó. A ella se le cambió la cara y le respondió fríamente. Resulta que ya había estado casada con un hombre “religioso” que la decepcionó y acabaron divorciándose. También le contó que ella era actriz.En otra ocasión se acercó a hablar con el P. Hilary. Este le mostró el interior del convento. Percy se quedó alucinado de que todo aquello todavía existiera y que no fuera sólo un recuerdo de la edad media. ¡Y tanto que existía! El hábito del fraile rozaba su pantalón mientras caminaban. Percy llegó a la conclusión de que quería convertirse en franciscano. Los encuentros con el P. Hilary se fueron repitiendo, porque ya había comenzado la instrucción para convertirse en católico.Unos meses después del comienzo de la catequesis de Percy, llegó a su casa y le comunicaron que su madre acababa de recibir una herencia, que significaba que los ingresos de la familia iban a aumentar hasta el punto de que podrían vivir ricamente de rentas.
Con la fortuna y con las propiedades en el campo, su vida cambia radicalmente. La familia entró en nuevo estatus social, en una nueva forma de entender la vida. Se trataba en una primera instancia de saber encajar en el nuevo ambiente. Percy y su familia debían aprender a comportarse según su nueva situación y tenían que establecer lazos con sus vecinos. En fin, debían adecuarse lo más posible a su nueva forma de vida.La madre de Percy insiste en que las ideas de Percy de hacerse católico no son adecuadas para su nueva vida. Como católico tendrá muchos problemas en el futuro. Sin embargo, él está decidido a seguir su instrucción con el P. Hillary.Pero, poco a poco su mundo, tal y como lo conocía se va desmoronando. La mujer con la que se había encontrado en el tren, Gladys Farham, le envía una nota para que vaya a verla un día. Ella le propone que vuelva otro día a verla en una nueva obra de teatro que se va a estrenar. Percy intenta intimar un poco más con ella. Al darse cuenta de que ella tiene deudas, ofrece su ayuda para solucionar ese problema, pero ella se indigna. La conversación es interrumpida y la mujer tiene que marcharse. Percy se queda con la sensación abrumadora de haberla perdido para siempre.Al cabo de un tiempo, Percy invita a su amigo Reggie Ballard a que vaya al teatro con él. Reggie lo ve muy extraño y, durante la obra observa cómo su amigo está en tensión. Se despiden. Esta será la última vez que Percy y Reggie se vean.Percy pierde sus antiguas amistades, pero no su decisión de ser recibido en la Iglesia Católica. Unos meses después de que comenzara su instrucción, Mr. Main el vicario de Hanstead, se ha decidido a hacerse católico y ha comenzado la instrucción con el mismo P. Hillary. Este es recibido en la Iglesia, antes que Percy. Como Mr. Main ha perdido todo privilegio y estatus social al dejar el anglicanismo, se ve obligado a vivir en un piso de poca monta a expensas de los libros de su mujer. Intenta buscar trabajo, pero no encuentra. Vive apesadumbrado. El P. Hillary le dice que el Señor está poniendo sobre él su Cruz. Mr. Main se resigna.
Percy pide a Gladys en matrimonio. Ella acepta y, de momento, deciden mantenerlo en secreto. Con el paso del tiempo, el joven rico conoce a una vecina suya, encantadora, llamada Mabel Marridon, de tendencia low church o evangélica. Hablando con ella se da cuenta de que convertirse al catolicismo es algo que en su nuevo círculo social sería considerado como de segunda categoría. “Lo mismo”, dice ella, “que casarse con una actriz”. Así que los dos proyectos más importantes que llevaba entre manos serían considerados como de segunda categoría en su entorno. Esto le llega muy adentro.Además, un día que se acercó a su instrucción con el fraile, leyó en el catecismo que el matrimonio para el católico es para siempre. Por ello, el divorcio no estaba permitido, ni tampoco casarse con una divorciada. Gladys había estado casada. Anteriormente, Gladys se había puesto en contacto con Percy para hacerle saber una gran oportunidad. Le había ofrecido ir a América a representar la obra que en ese momento estaba en cartel. Ganaría mucho dinero. A Percy no le hacía mucha gracia, pero como veía que, como católico no podría nunca casarse con ella, le envía una carta diciendo que acepte el trabajo y que rompe sus compromisos con ella.Al poco tiempo, Percy conversa profundamente con Mabel. Ella, por ejemplo, critica a Mr. Main por haber pensado sólo en sí mismo y no en su mujer a la hora de tomar la decisión de hacerse católico. Opina que no puede ser buena una religión cuando te obliga a tomar decisiones que perjudican a tus seres queridos, mientras que Percy opinaba que una religión que no está por encima de todo lo demás, no puede ser considerada religión. Sin embargo, ella le contagia su visión de la religión y de la vida. Percy decide optar por lo más sencillo, por lo que no le supondrá grandes sacrificios. Da la impresión de que al final se rinde ante el ambiente social que le rodea. A los pocos meses Mabel y Percy celebran su matrimonio. Ella es una de su misma clase, mantendrá la religión de todos, pero sin preocuparse demasiado por ella y seguirá siendo uno más entre todos.En cambio, Mr. Main, tiene otra suerte. Cuando Percy sufría después de saber que jamás se podría casar con Gladys, recibe la visita del exvicario anglicano. Este había acudido a Percy para pedirle cartas de recomendación para su antiguo jefe con el fin de conseguir un trabajo como comercial o administrativo. La antigua empresa de Percy lo acepta como comercial, pero, justo el día en que Percy se casa, Mr. Main es despedido por falta de productividad.La novela concluye así. Percy, el joven rico, que decide no complicarse la vida y que parece que la vida le sonríe, y Mr. Main, que decidió seguir su conciencia, aunque esto le está significando vivir una situación humillante.

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